Himno a Ishtar
Material:
Acero y pan de oro
Dimensiones:
110 x 70 x 40 cm
Año:
2021
La divinidad semítica Ishtar fue un sincretismo de la diosa sumeria Inanna, primera figura del panteón mesopotámico, venerada a lo largo de 3.500 años antes de nuestra era. De características complejas, y hasta contradictorias, ha sido descrita como la "encarnación de la Antigüedad", atravesando constantemente la barrera entre lo femenino y lo masculino, entre la virgen y la prostituta, entre el ser humano y el animal. Algunos de sus títulos fueron "Reina del Cielo" o "Estrella matutina y vespertina", epíteto que delata su vínculo con Venus, y por tanto, con Afrodita.
Una de sus características distintivas fue un carácter inestable y exaltado, capaz de pasar de la seducción irresistible y amorosa a la violencia implacable. A diferencia de otras deidades femeninas, Inanna-Ishtar nunca fue la esposa de ningún dios, sino que se mantuvo independiente, a pesar de sus lazos, según algunas fuentes, con el Dios del cielo An o con Dumuzi, el Tamuz bíblico.
La leyenda más famosa de Inanna/Ishtar es su descenso al Kur, la tierra sin retorno mesopotámica, para conquistar el reino de su hermana mayor Ereshkigal, Reina del Inframundo. La poeta y sacerdotisa Eheduanna, que vivió durante el s. XXIII y tiene atribuida la primera autoría de la historia, escribió numerosos himnos a Inanna, identificándola con Ishtar en sus tres facetas: guerrera, amorosa y astral.
Inanna/Ishtar se ha convertido en una figura importante en la teoría feminista contemporánea, porque ilumina un panteón mesopotámico dominado por hombres. Simone de Behaviour, en su libro El segundo sexo (1949), sostuvo que Inanna/Ishtar, junto con otras diosas poderosas de la Antigüedad, fueron marginadas por la cultura moderna en favor de las deidades masculinas. Asimismo, para Tikva Frymer-Kensky, personificó el arquetipo "socialmente inaceptable" de mujer "no domesticada y sin ataduras".
Los diversos perfiles de Inanna/Ishtar y la sincretización y armonización de características aparentemente contradictorias, hacen de su figura una de las más fascinantes, no sólo del panteón sumerobabilónico, sino de la historia de las religiones en general. En definitiva, una figura expansiva que anhela su plenitud y que, desde su primer culto en torno al cuarto milenio AEC, volverá a emerger en el s. XX, casi seis mil años después.
Poderosa, radiante y majestuosa,
brillas intensamente en la noche,
iluminas el dia al alba.
Fragmento de La Santa Sacerdotisa del Cielo. Traducción de Wolkstein & Kramer (1983)